Ecos de una tregua fallida en Pascua
La efímera tregua pascual de 30 horas entre Rusia y Ucrania, impulsada por Vladímir Putin y aceptada por Volodímir Zelenski, terminó sin señales de paz duradera. Desde su inicio, ambas naciones intercambiaron acusaciones de violaciones al alto el fuego, lo que terminó por desdibujar el objetivo humanitario de la iniciativa.

Aunque no se reportaron ataques con misiles de largo alcance, los informes oficiales indican una actividad militar intensa. El Ministerio de Defensa ruso denunció más de 900 ataques ucranianos, mientras Ucrania aseguró que Rusia violó la tregua más de 2,000 veces, con más de 1,300 bombardeos solo en el domingo.
¿Un gesto simbólico o una oportunidad perdida?
Zelenski propuso extender el cese de hostilidades por 30 días, excluyendo ataques con drones y misiles a infraestructura civil, pero el Kremlin no respondió a la iniciativa. De acuerdo con el vocero Dmitri Peskov, el presidente Putin no ha respondido tal oferta, confirmando el fin del alto el fuego a la medianoche del 21 de abril.
Analistas consideran que esta breve tregua fue más una jugada diplomática que un intento real de pacificación. Desde Washington, el presidente Donald Trump instó a las partes a avanzar en un acuerdo, incluso sugiriendo que podría lograrse “esta semana”. Sin embargo, la desconfianza mutua y la violencia persistente dificultan cualquier camino hacia la paz.
La ruptura anticipada de esta tregua deja en evidencia la falta de voluntad política para un cese real del conflicto, más allá de los gestos simbólicos. Mientras el frente sigue activo y las cifras de enfrentamientos se mantienen altas, la propuesta ucraniana de un alto al fuego prolongado permanece sin respuesta, y con ella, la esperanza de una solución pacífica.