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Cónclave 2025: 133 cardenales ya están en Roma para elegir al nuevo papa

El cónclave contempla un máximo de cuatro rondas de votación por día.

Con la llegada de 133 cardenales a Roma, el Vaticano se prepara para uno de los eventos más significativos de la Iglesia Católica: la elección del nuevo papa. Tras los nueve días de duelo por Francisco, el cónclave comenzará este miércoles 7 de mayo en la Capilla Sixtina, bajo un clima de hermetismo, expectativa global y profundas tensiones internas.

Una elección histórica: diversidad geográfica y desafíos ideológicos

Este cónclave será el más internacional hasta la fecha, con cardenales de 71 países. Europa mantiene la mayoría con 52 representantes, seguida de Asia (23), África (17), América del Sur (17), América del Norte (16), América Central (4) y Oceanía (4). La pluralidad territorial refleja un giro hacia una Iglesia más global, con especial representación de comunidades tradicionalmente periféricas.

Pese a la diversidad, no hay favoritos claros. Aunque nombres como Pietro Parolin (Italia), Luis Antonio Tagle (Filipinas) y Jean-Marc Aveline (Francia) resuenan, el hermetismo del proceso que incluye la total incomunicación de los participantes deja espacio para sorpresas. El objetivo: alcanzar los 89 votos necesarios (dos tercios) en un proceso que podría extenderse por varios días.

Ritos, simbolismo y un Vaticano blindado

El Vaticano ha activado su ancestral protocolo. Todos los implicados, desde cardenales hasta personal logístico, han jurado guardar secreto perpetuo bajo pena de excomunión. Se han instalado cortinas rojas en el balcón central de San Pedro, donde aparecerá el nuevo pontífice una vez anunciado el tradicional “Habemus papam”.

Durante el cónclave, se realizarán hasta cuatro votaciones diarias. El mundo seguirá pendiente del humo blanco que anunciará al nuevo líder espiritual de 1.400 millones de fieles, en un contexto eclesial marcado por la necesidad de unidad tras un periodo de tensiones doctrinales y escándalos.

Este cónclave no solo definirá al próximo papa, sino el rumbo que tomará la Iglesia en los próximos años. Entre voces que piden continuidad al legado reformista de Francisco y sectores más conservadores, el resultado podría marcar una nueva etapa en el equilibrio entre tradición, modernidad y geopolítica eclesial.