Durante décadas hemos escuchado que vestir de negro en días calurosos es una mala idea porque este color absorbe más calor. Sin embargo, recientes investigaciones científicas cuestionan esta creencia popular, revelando una perspectiva más compleja y sorprendente sobre la relación entre el color de la ropa y la temperatura corporal.

La física detrás del color y el calor
El físico Arturo Quirantes explica que, efectivamente, mientras más oscuro sea el color de la ropa, más calor absorberá y menos reflejará. Sin embargo, este principio básico de la física no cuenta toda la historia. La interacción entre el color de la ropa y el cuerpo humano es más compleja, ya que nuestro cuerpo también genera calor por sí mismo, independientemente de la temperatura ambiente.
El efecto contraintuitivo del negro
Según estudios publicados en Nature y otros trabajos en termorregulación corporal, cuando usamos ropa blanca o de colores claros, el calor generado por nuestro propio cuerpo rebota en las telas claras, provocando que se acumule más calor alrededor nuestro y aumentando la sensación de sofoco. En contraste, la ropa negra absorbe el calor corporal y, si está correctamente diseñada, puede transferirlo al aire circundante mediante convección, creando un efecto refrigerante.
El ejemplo cultural que desmiente el mito
Este principio científico explica por qué algunas culturas del desierto, como ciertos grupos árabes, utilizan tradicionalmente túnicas negras holgadas. Un estudio realizado comparando túnicas negras y blancas reveló que, aunque las prendas oscuras absorben más calor solar, este no alcanza la piel cuando el diseño es amplio y favorece la circulación del aire.
La clave: material y diseño, no solo color
Los expertos coinciden en que el secreto para vestir de negro sin sofocarse se encuentra en la elección del material y el corte de la prenda, no solo en el color. Las prendas holgadas de algodón, lino o viscosa permiten una mayor ventilación y favorecen la liberación del calor corporal. Por el contrario, prendas ajustadas, independientemente del color, retienen el calor y aumentan la sensación de sofoco.
Esta evidencia científica nos invita a reconsiderar nuestras elecciones de vestuario para la temporada calurosa, demostrando que es posible mantenerse fresco vistiendo colores oscuros, siempre que se priorice la ventilación y los materiales adecuados.