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Furor en Puebla por el sanador rumano

Su fama crece en redes sociales por testimonios de presuntos resultados positivos tras sus sesiones.

Un inusual fenómeno social ocurre desde hace cuatro meses en el Centro Histórico de Puebla. Mircea Gabriel, un hombre originario de Rumania, se ha convertido en el centro de atención al realizar supuestas curaciones mediante la imposición de manos desde una banca ubicada frente a la iglesia de la Compañía. Decenas de personas acuden diariamente en busca de alivio para diversos padecimientos, formando filas desde las 3 de la madrugada para ser atendidos por quien ya es conocido como “el rumano sanador”.

La práctica controversial del “quita dolores”

El método curativo de Gabriel consiste en utilizar lo que describe como “energía que emana de sus manos” para aliviar diversas dolencias. Según testimonios recabados, atiende principalmente dolores musculares, problemas en rodillas y manos, aunque también ha recibido a personas con condiciones más complejas como cáncer, fibromialgia e incluso pacientes en recuperación de cirugías cerebrales. Su presencia se ha popularizado mayormente a través de redes sociales, donde usuarios comparten supuestos resultados positivos tras sus sesiones, que no tienen un costo fijo y se basan en aportaciones voluntarias.

Autoridades sanitarias en alerta

La Secretaría de Salud de Puebla emitió un comunicado el pasado 25 de mayo solicitando a los ayuntamientos regular la actividad del denominado “rumano sanador”. La dependencia advirtió a la población sobre los riesgos de recurrir a prácticas alternativas sin respaldo científico y recomendó no abandonar tratamientos médicos convencionales. Las autoridades sanitarias manifestaron preocupación por la masiva afluencia de personas, incluyendo visitantes provenientes de Estados Unidos, que acuden en busca de sus servicios.

El caso del sanador rumano en Puebla ilustra la persistente búsqueda humana de soluciones alternativas para aliviar el dolor y la enfermedad. Mientras sus seguidores defienden efusivamente los beneficios obtenidos, la comunidad médica y las autoridades sanitarias mantienen una postura cautelosa, recordando la importancia de la medicina basada en evidencia. El fenómeno no solo ha impactado la dinámica social del Centro Histórico, sino que también ha generado un debate más amplio sobre la regulación de prácticas alternativas de salud y el límite entre la fe, la sugestión y la ciencia.