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Guatemala activa alerta por nueva erupción del Volcán de Fuego

En 2025 ya suman dos erupciones fuertes; la de 2018 dejó más de 200 fallecidos.

El Volcán de Fuego, uno de los más activos de Centroamérica, registró una nueva erupción que provocó la evacuación de más de 300 personas en Guatemala. La alerta naranja fue activada por las autoridades ante los peligrosos flujos piroclásticos. Esta nueva actividad volcánica pone nuevamente en tensión a las comunidades cercanas al coloso.

Impacto inmediato: evacuaciones y cierres de rutas

La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) evacuó a 330 personas de seis aldeas vulnerables. Las columnas de ceniza alcanzaron más de 5.000 metros de altura, afectando a localidades como Panimaché I, Morelia y San Juan Alotenango. Se cerró la Ruta Nacional 14 y se suspendieron clases en 39 escuelas por la caída de ceniza.

El Instituto de Vulcanología advirtió sobre flujos piroclásticos que descendían rápidamente por las laderas. La erupción comenzó en la noche del miércoles, con explosiones consideradas moderadas. A pesar del operativo preventivo, se espera que más personas sean desplazadas si persiste la actividad.

Este volcán ha mantenido actividad frecuente; su última gran erupción en 2018 dejó más de 200 muertos. En 2025, es la segunda erupción importante tras un evento similar en marzo que implicó otra evacuación masiva. Las autoridades insisten en no subestimar la amenaza que representa su actividad constante.

Ubicado entre Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, el Volcán de Fuego es un símbolo de vigilancia permanente.
Los residentes viven entre la rutina y la alerta. “Al principio parecía normal, pero luego nos sacaron por seguridad”, relató un evacuado. La preparación institucional ha mejorado, pero el riesgo siempre está latente.

Aunque las evacuaciones evitaron mayores tragedias, el recuerdo de 2018 sigue latente en la población guatemalteca. La reciente erupción del Volcán de Fuego refuerza la necesidad de mantener medidas de respuesta ágiles, con una vigilancia científica constante y comunidades preparadas para escenarios de riesgo.