Los insectos comestibles surgen como una alternativa eficaz a la carne convencional. Son ricos en proteína, fáciles de producir y tienen menor impacto ambiental. En México, su consumo tiene raíces ancestrales, pero hoy también se investiga su potencial nutricional global. Saber cuánto consumir para sustituir carne es clave para su adopción masiva.

Sustitución nutricional: ¿cuánto insecto hace falta?
La Organización Mundial de la Salud recomienda ingerir 0.83 gramos de proteína por kilo de peso corporal. Para una persona de 70 kg, eso equivale a 58 g de proteína diarios. Para cubrir esa cantidad se necesitarían 277 g de carne de res, 276 g de pollo, o solo 93 g de grillo seco o 131 g de langosta migratoria.
Además:
- Los insectos superan el 60 % de contenido proteico en peso seco.
- Su producción usa menos agua, tierra y energía.
- Emiten hasta 60 % menos gases de efecto invernadero que la ganadería tradicional.
México: experiencia milenaria con valor global
Con 549 especies, México lidera en diversidad de insectos comestibles. Chapulines, escamoles y gusanos de maguey se consumen desde la época prehispánica.
Tacos, salsas y moles los integran en una gastronomía ancestral que combina sabor y sostenibilidad.
Ventajas adicionales:
- Son higiénicos, fáciles de criar y altamente aprovechables.
- Pueden producirse en zonas rurales y urbanas con poca inversión.
- Conservan identidad cultural mientras aportan soluciones modernas.
Esta herencia gastronómica puede inspirar nuevos modelos de alimentación en todo el mundo.
Sustituir carne por insectos es viable, nutritivo y sostenible. La clave estará en adaptar hábitos alimenticios, normalizar su consumo e impulsar su producción responsable. La experiencia mexicana muestra que es posible integrar tradición y futuro sin renunciar al sabor ni a la salud.