Un inmenso cinturón de sargazo avanza por el Atlántico rumbo al Caribe mexicano, y expertos alertan que podría superar los niveles críticos registrados en 2018. Con más de 37.5 millones de toneladas estimadas en mayo según la Universidad del Sur de Florida, la acumulación proyectada supera con creces las 522 mil toneladas que marcaron el récord anterior.

El fenómeno se ha intensificado por factores como el cambio climático, el aumento de nutrientes en el mar provenientes de la contaminación agrícola y las aguas residuales, así como por cambios en las corrientes oceánicas que favorecen su desplazamiento hacia el Caribe.
El investigador Lorenzo Álvarez añade que, pese a los riesgos conocidos, las respuestas gubernamentales son intermitentes y reactivas.
Impactos directos en turismo, pesca y ecosistemas costeros
El arribo masivo del sargazo no solo tiene consecuencias visuales. En Playa del Carmen, zonas como Punta Esmeralda ya movilizan a más de 100 personas y maquinaria pesada para contener el avance del alga. Sin embargo, en localidades como Mahahual, la pesca artesanal ha sido prácticamente paralizada, y se reporta mortandad de especies como sardinas atrapadas en el sargazo.
Además, el alga, al descomponerse, libera ácido sulfhídrico, lo que deteriora la calidad del aire y del agua, dificultando la anidación de tortugas marinas y provocando escurrimientos tóxicos hacia los acuíferos.
¿Se repetirá la historia?
La situación exige una estrategia integral y continua, más allá de medidas temporales. Frente a una temporada de sargazo que podría romper todos los récords, el reto es diseñar políticas públicas sostenibles, con visión a largo plazo, que equilibren desarrollo turístico y protección ambiental en el Caribe mexicano.