Un acuerdo para mitigar tensiones y garantizar compromisos binacionales
México y Estados Unidos firmaron un acuerdo que permite transferencias inmediatas de agua del Río Bravo hacia Texas, en cumplimiento del Tratado Internacional de Aguas de 1944, ante un posible déficit hídrico hacia el cierre del ciclo actual.

Según las Secretarías de Relaciones Exteriores y de Agricultura de México, las entregas anticipadas comenzaron a formalizarse el 25 de abril y seguirán durante la próxima temporada de lluvias. Estas medidas fueron pactadas con el objetivo de garantizar el abasto de agua para uso humano en el norte del país, sin comprometer los compromisos con EE.UU.
Contexto político y técnico del acuerdo
El acuerdo fue alcanzado tras semanas de negociación entre autoridades mexicanas y estadounidenses, incluyendo a la secretaria de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, y el subsecretario de Estado Christopher Landau. Rollins calificó el pacto como “un paso crucial para el futuro de la agricultura estadounidense”.
Pese a la presión de funcionarios estadounidenses, que advertían afectaciones por la demora en el suministro, el gobierno mexicano aseguró que las decisiones se toman cuidando la soberanía hídrica, ante una sequía nacional.
Las acciones están siendo monitoreadas por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) y la CONAGUA, con el fin de estructurar un plan integral para el siguiente ciclo del tratado y evitar tensiones futuras.
Un equilibrio delicado entre diplomacia y sequía
El acuerdo refleja la voluntad de México por honrar sus tratados internacionales, incluso en condiciones adversas. Sin embargo, plantea el reto de balancear sus propias necesidades hídricas frente a las exigencias externas, en un contexto de cambio climático que exige cooperación regional constante y previsión multilateral.