Este 16 de abril, Puebla celebra 494 años desde su fundación en 1531. Su origen está envuelto en simbolismo, como el sueño del obispo fray Julián Garcés, quien habría recibido la “revelación” del sitio ideal gracias a unos ángeles. Esta leyenda aún resuena en la narrativa poblana, reforzada por el orden perfecto de su trazo urbano al estilo renacentista europeo, diseñado como un tablero de ajedrez.

Desde su fundación, Puebla sirvió como enlace logístico entre Veracruz y la Ciudad de México. Inicialmente, los colonos se asentaron junto al río San Francisco (hoy entubado bajo el Bulevar 5 de Mayo), pero las constantes inundaciones forzaron su traslado a zonas más altas.
De Puebla de los Ángeles a epicentro cultural
Durante la Colonia, la ciudad se dividía entre barrios de élite y zonas populares, separadas por el mismo río. La zona noble dio origen al actual Centro Histórico, mientras que los barrios como Analco o La Luz concentraban a los sectores populares.
Uno de los hitos arquitectónicos de la ciudad es su Catedral, cuya construcción tomó más de 70 años. Entre sus leyendas destaca la instalación milagrosa de la campana mayor por parte de ángeles, según relatos religiosos.
El legado urbano y artístico de Puebla incluye joyas como la Biblioteca Palafoxiana, conventos barrocos como Santa Rosa y templos ornamentados con azulejos de talavera. Todo este patrimonio ha consolidado su estatus como un referente histórico y cultural.
Una identidad cimentada en el tiempo
La fundación de Puebla es mucho más que una fecha en el calendario. Es una narrativa que entrelaza mitología, planeación colonial y una evolución arquitectónica sin precedentes. A casi cinco siglos de su origen, la ciudad sigue proyectándose como un bastión cultural que preserva su esencia sin dejar de mirar al futuro.