Cada vez que el calendario marca un martes 13, en muchos hogares de México se respira una mezcla de precaución y misticismo. Esta fecha, comúnmente vinculada a la mala suerte, tiene profundas raíces culturales que abarcan desde mitos antiguos hasta creencias populares contemporáneas, y continúa siendo motivo de curiosidad y debate social.

¿De dónde viene la mala fama del martes 13?
El temor al martes 13 tiene un origen multifacético. Por un lado, el día martes está asociado con Marte, el dios romano de la guerra, simbolizando conflictos, destrucción y decisiones arriesgadas. Por el contrario, el número 13 ha sido históricamente percibido como desequilibrado, según la numerología y diversas tradiciones religiosas.
Ejemplos del simbolismo negativo del 13 incluyen:
- Judas fue el decimotercer comensal en la Última Cena.
- En la Cábala judía se mencionan 13 espíritus malignos.
- El capítulo 13 del Apocalipsis alude al Anticristo.
- En el tarot, representa muerte o transformación profunda.
Incluso en la mitología nórdica, Loki, el dios del caos, fue el invitado número 13 a una cena que terminó en tragedia.
Creencias y supersticiones vigentes en México
En México, esta superstición ha evolucionado con influencias tanto hispánicas como indígenas. Entre las creencias más comunes asociadas al martes 13 se encuentran:
- No casarse ni firmar contratos ese día.
- Evitar viajes y decisiones importantes.
- Realizar limpias energéticas o colocar amuletos protectores.
- No barrer de noche, dejar tijeras abiertas o romper espejos.
También se cree que entidades como brujas o nahuales son más activas en noches cargadas de energía negativa, como esta.
Más que una fecha marcada por el azar, el martes 13 es un reflejo de cómo las creencias colectivas, transmitidas de generación en generación, moldean nuestras decisiones y comportamientos. Aunque muchos ven este día como una simple superstición, su persistencia revela el arraigo cultural de lo simbólico en la vida cotidiana. En la actualidad, incluso personas escépticas pueden optar por postergar compromisos importantes “por si acaso”, lo que demuestra el impacto psicológico y social que aún ejerce esta fecha.