Las potencias nucleares Rusia y Corea del Norte han lanzado advertencias contra el ambicioso proyecto de defensa antimisiles bautizado como “Cúpula Dorada”, anunciado recientemente por el presidente estadounidense Donald Trump. Con una inversión estimada de 175.000 millones de dólares, este sistema pretende interceptar cualquier misil lanzado contra territorio norteamericano, incluso desde el espacio.

Una carrera armamentística
El Gobierno de Rusia calificó el martes el proyecto como “una postura peligrosa que socava los pilares de la estabilidad estratégica”. Maria Zajarova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, advirtió que el plan “es la expresión material de la extremadamente peligrosa doctrina de Estados Unidos sobre los ataques preventivos” y acusó a Washington de buscar “dar un ímpetu adicional al desarrollo de medios preventivos de ataques con misiles”.
Por su parte, Corea del Norte fue más allá al calificar el proyecto como “el colmo de la autocomplacencia, la arrogancia y la práctica arrogante y arbitraria”. El Instituto de Estudios de Estados Unidos del Ministerio de Exteriores norcoreano emitió un memorándum que califica la iniciativa como “amenazante” y advierte que podría desatar “una guerra nuclear en el espacio”, negando que sea una simple medida defensiva.
Una militarización espacial en ciernes
La “Cúpula Dorada”, según explicó Trump, “debería estar plenamente operativa” antes de que termine su mandato en 2029. “Una vez construido, podrá interceptar misiles, incluso si se lanzan desde el otro lado del mundo o desde el espacio. Y tendremos el mejor sistema jamás construido”, afirmó el mandatario al presentar el proyecto.
Sin embargo, China también ha expresado su “preocupación” por el anuncio, alertando que podría suponer “una violación de los principios para un uso pacífico del Tratado sobre el espacio exterior”. Las tres potencias coinciden en que el proyecto “propicia una carrera armamentística” y podría aumentar los “medios para hacer la guerra en el espacio exterior”.
Las fuertes críticas de Rusia y Corea del Norte, junto a las expresadas previamente por China, elevan significativamente la tensión geopolítica en torno al control del espacio como nuevo escenario de confrontación militar. Mientras Trump asegura que el sistema es puramente defensivo, las potencias rivales lo perciben como un intento estadounidense de obtener superioridad estratégica, lo que podría desatar una nueva y peligrosa carrera armamentística con dimensiones espaciales sin precedentes.