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Checo Pérez en Puebla: de los Go-Karts a la Fórmula 1

Checo ganó en Mónaco, pero su mayor orgullo es inspirar a jóvenes pilotos a superarlo.

En el vibrante escenario del Festival de las Ideas en Puebla, el rugido de los motores fue sustituido por los aplausos. Sergio “Checo” Pérez, uno de los máximos íconos del automovilismo latinoamericano, se paró frente a cientos de jóvenes no para hablar de velocidad, sino de algo mucho más poderoso: la persistencia.

Del asfalto tapatío a los podios internacionales

Su historia no arranca en un circuito europeo, sino en las pistas de Guadalajara, donde comenzó a correr go-karts a los seis años. Lo que siguió fue una batalla cuesta arriba: permisos negados, autos prestados, noches durmiendo en el coche y hasta intentos fallidos que casi lo hacen rendirse a los 13 años.

Pero todo cambió con una llamada. Carlos Slim, tras conocer su historia, le abrió la puerta al sueño americano. Lo demás fue gasolina pura: se entrenó en EE.UU., viajó a Europa sin boleto de regreso y sobrevivió a base de esperanza, mil llamadas a equipos y el apoyo incondicional de su familia. Dormía en restaurantes, hablaba inglés con dificultad y, aún así, ganaba carreras.

Un legado que acelera el corazón de México

Checo no solo corrió en Mónaco: lo ganó. Pero para él, lo más importante no ha sido subir al podio, sino inspirar a quienes vienen detrás. “Hoy veo a jóvenes que sueñan con superarme. Ese es mi verdadero legado”, afirmó. Sin contrato actual en F1, no descarta volver: “Solo regresaré si encuentro un proyecto que me encienda el alma”.

Su presencia en Puebla no fue un adorno mediático, fue un acto de motivación real. Dejó claro que el éxito no está reservado para unos pocos, sino para quienes no se rinden cuando el camino se vuelve difícil.